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lunes, 13 de diciembre de 2010

VIDA - 6 -

     Lorenzo abrió los ojos. O al menos pensaba que lo había hecho. Se sentia extraño... ligero, como si su cuerpo fuese una hoja verde movida por el viento.
Miró a su alrededor. Estaba en un llano, descalzo, y creía que desnudo. Bajo sus pies había un manto de corta hierba aterciopelada que al compás del movimiento del viento cambiaba en tonalidades turquesas y al momento doradas. Cerca había una especie de arboles verdes, de superficie lisa y ramas encaracoladas que terminaban en puntas redondeadas, y de vez en cuando algún insecto luminoso saltaba rápido entre los arbustos.
     Podía sentir el tacto de la luz y sus colores en toda la piel se su cuerpo y como esta se dejaba mecer por una pesada brisa sedosa que acariciaba con mimo su cuerpo usando paños de color.
¿Dónde estaba? ¿Qué había ocurrido? Se esforzaba en recordar, y podía visualizar en su interior todas sus lineas de pensamientos y recuerdos buscándose las unas a las otras para poder explicar que ocurría.
Todas las lineas comenzaron a centrarse en un solo punto con fuerza y velocidad, hasta formar una palabra. Lorena. Ese no era el análisis que quería realizar para saber donde se encontraba, pero fue como si la presencia de Lorena estuviese allí, y desviase el cauce de su mente.
     Sí, ahora estaba seguro. Podía sentirla muy cerca. Estaba allí.
Entornó los ojos en una dirección, como cuando intentaba leer sin sus gafas. Y junto a una roca cubierta de musgo nacarado observó como algunos colores de la luz y algunas corrientes de aire aminoraban el paso para crear una forma.
     Era muy ambigua, y cualquiera lo habría confundido con un remolino de viento. Pero después de tantos años trabajando codo con codo, no le cabía duda. Lorena, la que había sido casi su única familia en toda su vida, estaba en ese lugar. Debía estar tomando datos todavía. Si era así, tenía una oportunidad de comunicarse con ella, de darle información privilegiada.
     Intentó caminar hacia ella pero el efecto que se producía al moverse sus pies con respecto al suelo era distinto de como solía ser en el lugar del que provenía, el mundo de los vivos. No era capaz de controlar la fuerza de sus pasos, sus piernas tampoco se adaptaban como esperaba a su voluntad. A momentos se quedaba bloqueado, para seguir con un salto descontrolado, o dar pasos hacia atrás. Pero ello no debía ser obstáculo para el. Ágil analizaba cada error, para no repetirlo, y paulatinamente iba acercándose a Lorena.    Ya casi lo había logrado, estaba muy cerca. Solo tendría que hacerle algunos gestos para que los monitores detectasen su movimiento. Fue entonces cuando Lorenzo notó que una mano se dejó sentir sobre su hombro.

1 comentario:

  1. Que bien que continuas, ya creia que nos habías abandonado! Sigue así, está genial, pero no tardes tanto tiempo en continuar! Gxis la!!

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