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martes, 23 de noviembre de 2010

Y ahora... ¿Qué?

Bueno, siento mucho el no poder escribir cada día en mi blog, y crear tanto suspense durante tanto tiempo.

Ahora, lo que me queda por saber es:

1.- ¿Os ha gustado?
2.- ¿Quereis que la historia continue, o creeis que este es un buen punto para dejarlo y empezar con otra?

     Bueno, en función de vuestras respuestas, así haré. Y me esforzaré por escribir con mas frecuencia.
Hasta pronto.

VIDA - 5 -

     Podría decirse que lo que vio aquel día Lorenzo fue lo más hermoso de su vida. En la pantalla del ordenador se veía como surgía unos hilos nacarados que daban lugar a una silueta sobre el cuerpo del fallecido. Sus brillos eran igual que observar una aurora boreal bañada en plata.
     Las lágrimas surcaban sus arrugas marcadas, siguiendo las lineas de sus labios que ardían de alegría.
- Lorena... esto es... no se que puedo decir. He imaginado miles de discursos para cuando este acontecimiento tuviese lugar. Pero ahora...-
     Lorena cogió con suavidad la mano de Lorenzo. Y le regaló una mirada intensa llena de emoción contenida y regocijo.
- Espere, Lorenzo. Aún hay más.-
     Lorenzo siguió mirando la pantalla. Debía saborear cada imagen que esta reproducía. Fue entonces cuando observó que la silueta brillante miraba a su alrededor, como si hubiese algo más. Entonces, esta clavó su mirada ( o lo que debería ser su mirada, pues no tenía tanto detalles la imagen) en un punto fijo. Posteriormente, la silueta de un brazo, también luminoso, apareció por el margen de la pantalla. Este brazo extendia su mano hacia la siluesta del paciente fallecido. Él, cogía esa mano. Y seguidamente, como un rio de luz, desaparecía por el mismo lateral donde apareció el otro ente.
     A Lorenzo le dio la sensación de que su corazón iba a explotar por la fuerza con la que latía. Esto sobrepasaba todas las expectativas que tuvo cuando planificó el experimento. Sobrepasó incluso las expectavias de toda su vida. Había considerado cientos de posibilidades con respecto a los resultados. Pero nunca pensó que se produciría tal punto de inflexión. ¿De quién era aquella mano? ¿A dónde se llevo al sujeto observado?
     Sin darse cuenta, Lorenzo estaba pensando en voz alta de nuevo, de pie, en mitad de la habitación. Vio como Lorena tenía los ojos llenos de alegres lágrimas. Tenía ganas de saltar, de bailar, de gritar. De correr por los pasillos, por las calles, llamando puerta por puerta para comunicar su descubrimiento. Quería estar en todos los lugares del mundo, con todos los que conocía al mismo tiempo. Pero... ya no sentía esas explosiones dentro de su pecho... su corazón acababa de detenerse. Cayó fulminante sobre el suelo. Ni un solo latido en su interior.
     Aún tenía conciencia de lo que sucedía a su alrededor. Veía a Lorena, con todo el equipo médico a su lado. Veía como Lorena comprendía todo lo que estaba ocurriendo. Pero su rostro no reflejaba ninguno de los sentimientos que Lorenzo había observado en funerales y entierros a lo largo de su vida. No. Esa expresión era nueva, fruto del descubrimiento. De la certeza del viaje que comenzaba Lorenzo Benquimia. Por el descubrimiento de ese día, habia nacido un nuevo sentimiento que jamás había existido antes, y que poblaría el corazón de todas las personas para siempre.
- Una hora y cuarenta minutos desde el último infarto- dijo uno de los doctores.
     Una hora y cuarenta minutos. Cien minutos en total. Le habían regalado cien minutos de vida, tal y como deseó. Ahora su sentimiento era de agradecimiento hacia todo el universo. Gracias. Era lo único que se formaba en su mente mientras las imágenes de la habitación se nublaban. Tan sólo una imagen se mantuvo nítida unas fracciones de segundo más. Lorena.
     Después de desaparecer todo rastro del mundo que conocía, una extraña sensación recorría todo su cuerpo, volviéndose más intensa a cada momento. Como si todo su cuepro se hubiese convertido en una colosal catarata que se derramaba hacia su propio interior, arrastrándolo con fuerza, pero sin sentirse agredido en ningún momento. Pero...¿cómo podía sentirse arrastrado por su propia esencia hacia su interior? Lorenzo disfrutaba con todo su ser cada momento de todo lo que ocurría. Cuando la cascada dejó de fluir hacia su centro, sintió que su ser florecía mas allá de donde sintió por última vez la coherencia de su ser. Surgía de nuevo, nacía de nuevo como pura esencia de si mismo, como la pura energía que siempre mantuvo a su cuerpo con vida.

domingo, 14 de noviembre de 2010

VIDA - 4 -

     Lorenzo reclinó el respaldo de su asiento para ver el monitor del ordenador con el que trabajaba Lorena. En el monitor se podía ver la parte de la habitación donde se encontraba la cama del paciente, pero debido a los filtros que se habían aplicado con el software, todo lo que aparecía en la pantalla se veía en tonalidades verdes oscuras.
     Todo, excepto el paciente que mostraba tonalidades entre rojizas y anaranjadas. Pero estas tonalidades iban apagándose poco a poco con los latidos de su corazón. Hasta que finalmente, sonó por última vez. Después sólo se distinguían tonalidades verdes en la pantalla.
     Lorenzo no era capaz de respirar. Lorena tecleaba para transformar los datos tal y como su maestro le indicó. Sus dedos temblaban sobre cada tecla. Era como si no tuviese fuerza en las manos. La vista se le nublaba con tanta tensión. En más de una ocasión tuvo que rectificar algún dato. Esforzaba al máximo su capacidad de concentración porque cada segundo que pasaba, la posibilidad de obtener resultados se iba alejando. Sólo se escuchaba el teclear de Lorena y los motores de los ordenadores. Por lo demás, silencio.
     Por fin terminó de ejecutarse el programa informático.
Lorena observó la pantalla. Su cara se transformó conforme observaba el monitor. Pero su expresión no duró mas de unos segundos.
     Cuando se volvió para hablar a Lorenzo, este estaba con la mirada perdida, ida, la piel pálida, sin respirar. Lorena pulsó el botón de emergencia. Inmediatamente se pasó del silencio al caos en la habitación. Los efermeros y los médicos trajeron todo el equipo de emergencia y acostaron a Lorenzo en una cama.
     Lorena intentaba no molestar, pero por dentro no dejaba de gritar el nombre de su instructor para la vida, su mentor para la madurez, maestro para la razón, profesor del espíritu y catedrático en amistad. Gritaba su nombre una y otra vez. Todo desde la discreción de sus pensamientos. Mientras, en el interior de Lorenzo sonaba su propia voz que decía:
-No. Ahora no es el momento. Maldición. He vivido cien años para llegar hasta aquí. Es que no voy a poder vivir aunque sólo sea cien minutos más. Cien minutos sólo, para ver el resultado de toda una vida. Es que un ser humano no tiene derecho a ver los frutos de sus esfuerzos. Cien minutos, sólo cien.... cien años y cien minutos, cien...-

-Cien... ¿Qué?. De qué quiere cien. Ya no tiene edad para muchos trotes.-

     Esa voz era la de Lorena. Sonaba cerca. Sentía la dulce vibración de su voz dentro de su cabeza. Entonces sintió de nuevo sus ojos, pero unos pesados parpados impedían abrirlos. Poco a poco lo consiguió. Pudo ver una habitación con luz tenue. Y una figura, ligeramente borrosa, sentada junto a él.
-Mi querida Lorena. Creo que me he implicado demasiado en el experimento. Tanto, que por poco paso a formar parte de él... Lo he arruinado. Por mi culpa no hemos podido recoger los datos a tiempo.-

Lorena rió levemente, con alivio. Cogió su ordenador portatil, lo abrió y se lo mostró.

sábado, 6 de noviembre de 2010

VIDA - 3 -

     Profesor y alumna ya llevaban una hora de diálogo enriquecedor. Y Lorena, necesitaba confirmar sus sospechas respecto al experimento.

- Entonces, Lorenzo, ¿Cuál es su pretensión tomando los datos de esta persona viva?, ¿Cómo puede reforzar esto su creencia en la existencia de la vida después de la muerte?-

     Lorenzo, que estaba analizando algunas de las notas obtenidas, alzó su mirada erudita de sus papeles, y una vez más miró con satisfacción  a su alumna.

- Es muy sencillo. Tanto, que incluso dudo de mí mismo. Verás... Si observas un cabello que se mueve a través del aire, no puedes afirmar que estás ante un ser humano. Lo mismo ocurre con algo de piel o unas gotas de sangre. El ser humano es la suma de todas sus partes. Desde el nivel molecular, pasando por el celular hasta llegar al nivel orgánico. Una gran cantidad de texturas, funciones, sustancias y efectos que,  en su conjunto moldean un ser humano.-

- Sí, le comprendo. Pero todas esas partes pueden observarse con facilidad, y es un hecho que existen. Sin embargo, no es posible examinar las partes de un espíritu, pues ni siquiera sabemos a ciencia cierta si existen.-

- Lorena, he dedicado toda mi vida ha construir las herramientas necesarias para ello, sin darme cuenta. Inventé el detector de energía "versus" y al mismo tiempo descubrí esta energía en sí, que se encuentra en abundancia en nuestro entorno. La ley de "gravedad fragmentada", que afecta al comportamiento de todos los tipos de energía. El "sustrato anti-versus", la "marea negativa", las "vibraciones perpetuas", y un largo etcétera en torno a estos logros. Mas lo único que pretendía era encontrar indicios que demostrasen la existencia de la vida después de la muerte.
     Sin embargo, mis observaciones no eran concluyentes. No obtuve los resultados que esperaba. Por supuesto, hasta hoy no me he percatado de que estaba contemplando pinceladas de lo que realmente quería encontrar. Verás - Lorenzo se levantó lentamente de su asiento para acercarse al convaleciente, y poder expresar con más facilidad sus deducciones- lo que estamos haciendo ahora, es tomar todos los datos posibles de esta persona. No sólo de aquello que yo descubrí, sino también de aquellas fuerzas y sustancias que se han tenido en cuenta desde siempre. De esta forma, obtenemos una suma de una gran cantidad de partes. Cuando nuestro colaborador muera, se producirá una ruptura. De esta, una gran parte de los datos, los relativos a su cuerpo y su vida actual, dejarán de ser activos y por lo tanto, de ser útiles o válidos. Pero aquellos que estén lo bastante ligados a su alma, continuarán formando una unidad. Luego, si en el momento de la muerte cogemos todos nuestros datos y le restamos todos aquellos que "murieron" junto con el cuerpo, los datos restantes deberían formar un conjunto unido al alma. Así que si programamos el ordenador para que sólo se fije en los datos activos despues de la muerte, debería dar la imagen de un conjunto de energías influenciadas por sus propias leyes, y que seguramente podríamos llamar "alma".-

- Entiendo. Antes sólo obteníamos algunas ráfagas de energía "versus", o alguna "vibración perpetua" que podría ser comparable a la existente en cualquier objeto de nuestra vida cotidiana. Pero si observamos un conjunto comportándose de una determinada forma, con unidad...-

     Lorena no pudo terminar sus conclusiones. Los monitores del paciente indicaban que estaba sufriendo una parada. El momento había llegado.

    

lunes, 1 de noviembre de 2010

VIDA - 2 -

     Lorenzo Benquimia estaba sentado en la silla de la habitación del hospital donde solía hacer las pruebas con aquellos pacientes, los cuales se ofrecían de forma voluntaria para que el genio del milenio pudiese tomar notas mientras abandonaban el mundo de la vida.
     Observaba como iban montando los equipos en torno a la cama de un anciano paciente que iba a comenzar su viaje en cualquier momento. Mientras, su neófita Lorena discutía con suavidad y racionalidad con el director del centro, el cual exponía sus quejas de forma ordenada y civilizada.
- Lorena, soy un gran admirador del señor Benquimia. Pero, con todo mi respeto, no pueden aparecer sin aviso ni notificación para realizar sus actividades. Usted sabe perfectamente que otras veces ha sido suficiente con doce horas de antelación. Pero en este caso, no podemos acelerar el papeleo de forma tan inmediata.-
- Lo sé y lo comprendo, doctor Ruices. Yo tampoco estoy acostumbrada a este ritmo. Pero si el señor Benquimia quiere que sea de este modo, es porque tiene alguna razón de peso.-

     Y como si su centenaria voz ocupase toda la habitación, Lorenzo Benquimia giró con suavidad pero sin el más mínimo temblor, con una pizca de picardía y buen humor en sus ojos que contepaba con interés la conversación. Habló:
- Digame, doctor Ruices, cuando gane mi cuarto premio Nobel... ¿Prefiere que lo nombre primero a usted y después a su centro, o a la inversa?.-

     El director, el doctor Ruices, no pudo evitar una sonrisa de complicidad y afecto por el que tantos quebraderos de cabeza le había proporcionado durante tantos años, concediéndole los que serían los mejores momentos de su vida. Cogió su libreta y se arregló la solapa de su chaqueta.
- A veces se me olvida con quien estoy hablando. Le deseo lo mejor, profesor.-

     Lorena colocó todos los instrumentos y ordenadores en torno a la cama del paciente, tal y como le indicó Lorenzo. Una vez conectados, solo había que esperar. Obervaba con interés a su maestro. Todavía sin llegar a entender.
- Ya hemos probado todos estos experimentos con anterioridad, con distintas variantes. ¿Porqué debe ser distinto en esta ocasión, Lorenzo?
- Oh, muy fácil. Porque descartamos en el pasado la sencillez de un principio por ser demasiado simple.-
-No entiendo. Necesito que me especifique algo más. Estoy algo perdida en sus razonamientos.-
- Lo entenderás pronto. De momento, enciende todos los ordenadores y anota todos los datos que sean posibles.-
- Pero...Lorenzo. Todavía no hay nada que indique que el paciente vaya a fallecer ya.-
-Exacto. El individuo todavía está sumado en si por todas sus partes. Y es lo que debemos tener en cuenta para poder llegar al resultado que deseamos.-
     Lorena miró con fascinación a su maestro, como comprendiendo en un momento toda la complejidad de su alma, su mente y el universo de su intelecto. Cogió su castaño cabello en un moño. Se movió rápida. Encendió cada artefacto con total seguridad en sus movimientos. Seguridad adquirida después de muchos años de trabajo y esfuerzo.

     Estuvo una hora anotando en su ordenador portátil todas las cifras y cambios que se operaban en estas. Cuando se estabilizaron, se tomo un breve descaso para charlar con Lorenzo.
- Creo que con esto es sufuciente por ahora.-
- Eres maravillosa, Lorena. Si ya fuesen públicos los tratamientos de rejuvenecimiento genético, quizás me lo pensaría. Sólo para poder cortejarte.-

-Bueno, las pruebas ya están finalizando las últimas etapas. Y usted conoce muy bien a todos los científicos implicados. Si quisiera, podría someterse al tratamiento.-
- Lorena, sabes muy bien que no me siento cómodo con ese descubrimiento.-
-Y usted sabe muy bien que todavía no comprendo ese miedo al tratamiento. Desde siempre, el envejecimiento se ha producido principalmente por fallos en las copias de ADN en las células. Años de fallos acumulados es lo que produce lo que conocemos como vejez y finalmente, muerte. Pero se han descubierto zonas del cuerpo humano  donde, por alguna razón, el ADN primario permanece inalterado, intacto. Y gracias  a la "nanotecnología" y a los "pseudovirus de diseño" podemos restaurar cualquier ADN deteriorado, insertandole su secuencia inicial y comenzando de nuevo el proceso. Todos los tejidos viejos son sustituidos por los nuevos en poco tiempo, sin dolor y sin efectos secundarios. Es una segunda oportunidad. ¿Por qué no aprovecharla? ¿Por religión? Si existe alguna divinidad, ¿no cree que nos ha permitido llegar a este descubrimiento porque quiere que lo usemos?

     Lorenzo volvió su mirada a sus manos. Tocaba cada arruga, y las obsrevaba con detenimiento, muy cerca de sus ojos, ya casi apagados.
- Es muy posible que tengas razón, Lorena. Pero por otro lado, la naturaleza siempre ha ido dotándonos a través de la evolución de aquello que necesitamos, y despojándonos de lo innecesario o perjudicial al mismo tiempo. ¿No crees que el cuerpo humano podría haber desarrollado a través de los milenios un mecanismo propio preciso capaz de rescatar ese ADN intacto para reemplazar el viejo? Sin embargo, lo que ha hecho la evolución ha sido aislarlo del resto del cuerpo, hacerlos inaccesible, cómo si quisiera que nunca tocásemos esa esencia que nos hizo ser quienes somos. Es como si la propia naturaleza dijese: Vivid, todos los años que podaís, incluso os doto de órganos para defenderos de cualquier amenaza animal o biológica. Pero nunca toquéis esta parte. Cuando envejezcáis, hacedlo con orgullo, muriendo en vuestra hora. Pero no toquéis las ruedas de vuestro reloj de la vida.
- Y desarrollad vuestra inteligencia para suplir las faltas de las que no os pude salvar.-
     Lorenzo miró divertido a Lorena.
- Lo creeria así, si no se hubiese tomado tantas molestias en sellar ese camino.