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miércoles, 12 de enero de 2011

VIDA - 8 -

-No te asustes. Soy benigno.-

      Lorenzo, volvió rápido la cabeza ( por un momento se mareó, al parecer las leyes físicas no eran iguales en aquel entorno), y vio a un joven de piel pálida y textura similar al mármol. Sus cabellos plateados eran largos y sedosos, dando lugar a una melena ligera que se acunaba con las suaves corrientes de aire. Sus ojos eran dos zafiros, que parecían estar iluminados desde el interior, dando lugar a pequeños destellos similares a los de un diamante. Sus ropas eran finas, como si hubiesen sido elaboradas con algún tipo de seda virgen exótica, dejan caer pequeños pliegues en algunas partes de su hermoso cuerpo estilizado.

-¿Qué clase de ser eres tu? ¿Eres un... ángel, o algo parecido?- Dijo Lorenzo con un pequeño hilo de voz desorientada.

     El ser sonrió un poco, y después depositó una mirada de entendimiento sobre Lorenzo, a la vez que sacaba una especie de pañuelo plegado de un bolsllito que se encontraba en uno de los pliegues de la ropa. Lo desdobló una y otra vez, hasta que el pañuelo adquirió una extensión de algo mas de un metro. Ahora era una superficie lisa, casi como un espejo... no, era un espejo en el que Lorenzo se podía ver reflejado. El ser, habló de nuevo:

-Esa pregunta debería realizarla yo. Las cosas ya no son como antes.-

     Lorenzo no se reconocía en el espejo. Su piel era dorada, dándole pequeños matices de oro a todo lo que entraba en contacto con él. Su cabello era ahora algo más largo, y de unas tonalidades celestes que variaban entre el turquesa y el azul dependiendo del movimiento que hiciese, que por cierto, daba la sensación de que su cabello siempre se movía con más lento de lo que debiese. Sus ojos que también parecían diamantes, como los del otro ser, pero estos eran un fluir constante entre llamas naranja y rojo como un río de lava encerrado en los cristales de sus iris. Sus orejas ahora eran más estilizadas y en el centro de su frente parecía haber una lagrima cristalina incrustada que parecía mostrar cualquier tipo de color. Por no hablar de que estaba totalmente desnudo. Ahora, Lorenzo volvía a ser joven.
     Pero lo que mas llamó su atención era que en el centro de su pecho había otra pequeña gota circular nacarada, y en torno a ella, doce gotas cristalinas similar a la de su frente, formando un círculo en torno a la central. Cada gota, con un color distinto.

1 comentario:

  1. Ya lo he leido, y he visto dos faltas, jajaja, pero creo que me estoy perdiendo un poco :-S

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