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lunes, 1 de noviembre de 2010

VIDA - 2 -

     Lorenzo Benquimia estaba sentado en la silla de la habitación del hospital donde solía hacer las pruebas con aquellos pacientes, los cuales se ofrecían de forma voluntaria para que el genio del milenio pudiese tomar notas mientras abandonaban el mundo de la vida.
     Observaba como iban montando los equipos en torno a la cama de un anciano paciente que iba a comenzar su viaje en cualquier momento. Mientras, su neófita Lorena discutía con suavidad y racionalidad con el director del centro, el cual exponía sus quejas de forma ordenada y civilizada.
- Lorena, soy un gran admirador del señor Benquimia. Pero, con todo mi respeto, no pueden aparecer sin aviso ni notificación para realizar sus actividades. Usted sabe perfectamente que otras veces ha sido suficiente con doce horas de antelación. Pero en este caso, no podemos acelerar el papeleo de forma tan inmediata.-
- Lo sé y lo comprendo, doctor Ruices. Yo tampoco estoy acostumbrada a este ritmo. Pero si el señor Benquimia quiere que sea de este modo, es porque tiene alguna razón de peso.-

     Y como si su centenaria voz ocupase toda la habitación, Lorenzo Benquimia giró con suavidad pero sin el más mínimo temblor, con una pizca de picardía y buen humor en sus ojos que contepaba con interés la conversación. Habló:
- Digame, doctor Ruices, cuando gane mi cuarto premio Nobel... ¿Prefiere que lo nombre primero a usted y después a su centro, o a la inversa?.-

     El director, el doctor Ruices, no pudo evitar una sonrisa de complicidad y afecto por el que tantos quebraderos de cabeza le había proporcionado durante tantos años, concediéndole los que serían los mejores momentos de su vida. Cogió su libreta y se arregló la solapa de su chaqueta.
- A veces se me olvida con quien estoy hablando. Le deseo lo mejor, profesor.-

     Lorena colocó todos los instrumentos y ordenadores en torno a la cama del paciente, tal y como le indicó Lorenzo. Una vez conectados, solo había que esperar. Obervaba con interés a su maestro. Todavía sin llegar a entender.
- Ya hemos probado todos estos experimentos con anterioridad, con distintas variantes. ¿Porqué debe ser distinto en esta ocasión, Lorenzo?
- Oh, muy fácil. Porque descartamos en el pasado la sencillez de un principio por ser demasiado simple.-
-No entiendo. Necesito que me especifique algo más. Estoy algo perdida en sus razonamientos.-
- Lo entenderás pronto. De momento, enciende todos los ordenadores y anota todos los datos que sean posibles.-
- Pero...Lorenzo. Todavía no hay nada que indique que el paciente vaya a fallecer ya.-
-Exacto. El individuo todavía está sumado en si por todas sus partes. Y es lo que debemos tener en cuenta para poder llegar al resultado que deseamos.-
     Lorena miró con fascinación a su maestro, como comprendiendo en un momento toda la complejidad de su alma, su mente y el universo de su intelecto. Cogió su castaño cabello en un moño. Se movió rápida. Encendió cada artefacto con total seguridad en sus movimientos. Seguridad adquirida después de muchos años de trabajo y esfuerzo.

     Estuvo una hora anotando en su ordenador portátil todas las cifras y cambios que se operaban en estas. Cuando se estabilizaron, se tomo un breve descaso para charlar con Lorenzo.
- Creo que con esto es sufuciente por ahora.-
- Eres maravillosa, Lorena. Si ya fuesen públicos los tratamientos de rejuvenecimiento genético, quizás me lo pensaría. Sólo para poder cortejarte.-

-Bueno, las pruebas ya están finalizando las últimas etapas. Y usted conoce muy bien a todos los científicos implicados. Si quisiera, podría someterse al tratamiento.-
- Lorena, sabes muy bien que no me siento cómodo con ese descubrimiento.-
-Y usted sabe muy bien que todavía no comprendo ese miedo al tratamiento. Desde siempre, el envejecimiento se ha producido principalmente por fallos en las copias de ADN en las células. Años de fallos acumulados es lo que produce lo que conocemos como vejez y finalmente, muerte. Pero se han descubierto zonas del cuerpo humano  donde, por alguna razón, el ADN primario permanece inalterado, intacto. Y gracias  a la "nanotecnología" y a los "pseudovirus de diseño" podemos restaurar cualquier ADN deteriorado, insertandole su secuencia inicial y comenzando de nuevo el proceso. Todos los tejidos viejos son sustituidos por los nuevos en poco tiempo, sin dolor y sin efectos secundarios. Es una segunda oportunidad. ¿Por qué no aprovecharla? ¿Por religión? Si existe alguna divinidad, ¿no cree que nos ha permitido llegar a este descubrimiento porque quiere que lo usemos?

     Lorenzo volvió su mirada a sus manos. Tocaba cada arruga, y las obsrevaba con detenimiento, muy cerca de sus ojos, ya casi apagados.
- Es muy posible que tengas razón, Lorena. Pero por otro lado, la naturaleza siempre ha ido dotándonos a través de la evolución de aquello que necesitamos, y despojándonos de lo innecesario o perjudicial al mismo tiempo. ¿No crees que el cuerpo humano podría haber desarrollado a través de los milenios un mecanismo propio preciso capaz de rescatar ese ADN intacto para reemplazar el viejo? Sin embargo, lo que ha hecho la evolución ha sido aislarlo del resto del cuerpo, hacerlos inaccesible, cómo si quisiera que nunca tocásemos esa esencia que nos hizo ser quienes somos. Es como si la propia naturaleza dijese: Vivid, todos los años que podaís, incluso os doto de órganos para defenderos de cualquier amenaza animal o biológica. Pero nunca toquéis esta parte. Cuando envejezcáis, hacedlo con orgullo, muriendo en vuestra hora. Pero no toquéis las ruedas de vuestro reloj de la vida.
- Y desarrollad vuestra inteligencia para suplir las faltas de las que no os pude salvar.-
     Lorenzo miró divertido a Lorena.
- Lo creeria así, si no se hubiese tomado tantas molestias en sellar ese camino.

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